
Carlos Millán.
En la navidad del año pasado quise hacer algo fuera de lo común, un amigo de la UC me invito a una recolecta de juguetes y luego a una entrega con la Fundación Cuenta Conmigo, recogimos 2840 juguetes con la ayuda de varias organizaciones trabajando en red y a mi me toco entregar 320 juguetes en una comunidad que queda entre el estado Carabobo y Yaracuy, me presentaron la posibilidad extrema de quedarnos por lo fuerte que era la vía pero la vi muy remota.
Luego de salir a las seis de la mañana me di cuenta con las condiciones de la vía que la posibilidad era cada vez mas real, los 4x4 luchaban contra los lodos gigantes de la “carretera” y a las seis de la tarde esos lodos vencieron cuando al bajar de la camioneta en la que me había quedado pegado el barro me llegaba a la rodilla, empujamos y jalamos hasta las nueve de la noche, momento en el que decidimos acampar.
A esta hora la temperatura comenzaba a subir y no tenia nada en el estomago, solo una arepa que me había comido cuando salí. Dos horas después recibo una buena noticia la gente del pueblo nos había preparado unos patacones que después de mucha actividad y hambre fueron la gloria, luego llego el momento de dormir, me quede en el cajón de la camioneta donde iba, viendo las estrellas, sin poder dormir por culpa del frio y del espectáculo del cielo.
En la mañana llego un tractor con el cual pudimos continuar nuestro camino, al llegar a la escuela de la comunidad nos dimos cuenta que esta no tenia energía eléctrica al igual que todo Escondido pero lo que si tenia era gente amable y feliz por el hecho que estuviéramos allí.
La comunidad nos recibió de forma muy calurosa, pudimos desayunar y empezamos a hacer la entrega de juguetes, cuando los niños vieron a Santa nos regalaron varias sonrisas de esas que son difíciles de encontrar, de esas sonrisas que te llenan de satisfacción y que te hacen pensar que pusiste un grano de arena en la solución del problema, de las que te hacen creer en el futuro.
Luego de eso olvide totalmente tanto la molestia con Tulio Dávila por mandarme a un sitio tan escondido como todo lo que había pasado la noche anterior acompañado con Hernán Millán otro voluntario de la fundación.
Regresamos a la ciudad de Valencia por otra ruta, cargados de buena energía y pensando en seguir en esta fundación que ayuda a los niños de Venezuela de manera integral, pronto vendrán mas actividades y todos los lectores de este articulo serán bienvenidos a este equipo.
Twitter: @carlosmillan